martes, 7 de abril de 2015

JESÚS RESUCITÓ


¿Quién nos apartará la piedra que obstruye la entrada del sepulcro? (Marcos, 16, 3).

La Iglesia nunca ha tenido su Viernes Santo sin su Domingo de Pascua. 
¡La Iglesia nación con una tragedia y una derrota, y Su Cabeza es el que se abrió paso desde la tumba! 
No está lejano el día en que se abrirá el Lirio real en otra Pascua, y los que creían que todo había terminado, oirán que les preguntan los Ángeles: “¿Por qué buscáis entre los muertos a Quien vive?” “Cuando las naciones yazcan anegadas en sangre y sus reyes no sean más que generaciones derrotadas, veremos Sus pies venir sobre las aguas.”

¡Los enemigos llaman a Jesús un impostor! ¡Y es verdad! 
Pero sólo un impostor como Jesús puede satisfacernos a los que hemos tenido la primera desilusión por parte del mundo: porque nos ha prometido paz y nos ha dado guerra; nos ha prometido amor eterno y nos ha dado años y saciedad!

Ven, pues, oh Jesús, Tú que eres el segundo en engañarnos. 
Tú que pareces tan majestuoso y severo porque vas “vestido de púrpura y coronado de ciprés”, 
Tú que parece que crucifiques nuestra carne y nuestro Eros. 
Al principio nos apartamos de Ti protestando: “¿Todos tus campos han de fertilizarse con la muerte?” ¡Pero qué dulce engaño!, porque cuando comenzamos a conocerte encontramos en Ti el amor que siempre habíamos buscado desde que el mundo nos engañó la primera vez.


¡Divino traicionero! Que parecías tan muerto y eres en cambio la Vida Resucitada! ¡Engáñanos con Tus Llagas, y que nuestras débiles almas rompan los grilletes y, libres, vuelvan a Ti! ¡En el amor de Jesús!    

 Autor: Venerable Fulthon Sheen Radiomensaje del 9 de abril de 1950

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