jueves, 26 de marzo de 2015

¡Bendita Maria!



¡Bendita Tú, María!
Contigo, renace de nuevo la esperanza,
por tu alegría interior y, porque tus pies,
lejos de plegarse en sí mismos
se pusieron en marcha más allá de las montañas.

¡Bendita Tú, María!
Si Dios te hizo grandes favores,
no fue menos cierto que Tú le brindaste
tu obediencia, para cumplir su voluntad,
tu sencillez, para no complicar sus planes,
tu silencio, para que hablase su inmenso poder,
tu bondad, para que se fijara sólo en Ti.

¡Bendita Tú, María!
Porque, si la Navidad asoma en el horizonte
es porque, primero, tu “SI” sonó en Nazaret.
Sí, los ángeles proclamarán la Gloria de Dios,
es porque, Tú antes que ellos,
publicaste que Él había hecho obras grandes en Ti,
que su nombre era santo.

¡Bendita Tú, María!
Siempre estuviste más dispuesta a dar, que a recibir.
Al silencio, antes que a la palabra.
A la pobreza, huyendo de toda apariencia.
A la docilidad, sin amistad con la dureza.

¡Bendita Tú, María!
Porque, tu nombre, tiene sabor a Navidad
Tus caminos, son senderos hacia Belén.
Tu alegría, es preludio de lo que nos espera.
Tus brazos, cuna que mecerán al Niño Dios.

¡Bendita Tú, María!
Porque sigues aportando ilusión a nuestro mundo.
Luz al sendero de nuestra fe.
Porque sigues siendo el gran portal
donde Dios nació.

¡Bendita Tú, María
Por salir a nuestro encuentro,
y llevarnos ante el rostro de Aquél que nace en Belén.
Por hacernos participes de tu gozo
y recordarnos que, el servicio,
es exigencia de la fe.
Porque, ante los días de Navidad,
nos invitas y nos enseñas
a estar vigilantes y dispuestos a acoger
a Aquél que viene, pequeño y humilde. Amén.

Autor: P. Javier Leoz

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