martes, 31 de marzo de 2015

Te esperaré


Desde lo alto y en silencio, te esperaré
Sufriendo y amando en la cruz te esperaré
Sediento y sin aire te esperaré
Clavado y moribundo siempre te esperaré

Te esperaré mientras vivas
Te esperaré hasta que me busques
Te esperaré hasta que me encuentres
Te esperaré hasta que me abraces

Mi vida la doy por ti para salvarte
Mi silencio es espera paciente
Mi dolor rescate del mal siempre hiriente
Mi sangre es vida nueva para lavarte

Te esperaré como el Padre para compartir el mejor vino

Te esperaré como el Pastor para llevarte en mis hombros
Te esperaré como a los de Emaús para revelarme en el camino
Te esperaré con mi paciencia y mis brazos siempre abiertos

Autor: P. Guillermo Serra, L.C.

jueves, 26 de marzo de 2015

¡Bendita Maria!



¡Bendita Tú, María!
Contigo, renace de nuevo la esperanza,
por tu alegría interior y, porque tus pies,
lejos de plegarse en sí mismos
se pusieron en marcha más allá de las montañas.

¡Bendita Tú, María!
Si Dios te hizo grandes favores,
no fue menos cierto que Tú le brindaste
tu obediencia, para cumplir su voluntad,
tu sencillez, para no complicar sus planes,
tu silencio, para que hablase su inmenso poder,
tu bondad, para que se fijara sólo en Ti.

¡Bendita Tú, María!
Porque, si la Navidad asoma en el horizonte
es porque, primero, tu “SI” sonó en Nazaret.
Sí, los ángeles proclamarán la Gloria de Dios,
es porque, Tú antes que ellos,
publicaste que Él había hecho obras grandes en Ti,
que su nombre era santo.

¡Bendita Tú, María!
Siempre estuviste más dispuesta a dar, que a recibir.
Al silencio, antes que a la palabra.
A la pobreza, huyendo de toda apariencia.
A la docilidad, sin amistad con la dureza.

¡Bendita Tú, María!
Porque, tu nombre, tiene sabor a Navidad
Tus caminos, son senderos hacia Belén.
Tu alegría, es preludio de lo que nos espera.
Tus brazos, cuna que mecerán al Niño Dios.

¡Bendita Tú, María!
Porque sigues aportando ilusión a nuestro mundo.
Luz al sendero de nuestra fe.
Porque sigues siendo el gran portal
donde Dios nació.

¡Bendita Tú, María
Por salir a nuestro encuentro,
y llevarnos ante el rostro de Aquél que nace en Belén.
Por hacernos participes de tu gozo
y recordarnos que, el servicio,
es exigencia de la fe.
Porque, ante los días de Navidad,
nos invitas y nos enseñas
a estar vigilantes y dispuestos a acoger
a Aquél que viene, pequeño y humilde. Amén.

Autor: P. Javier Leoz

sábado, 7 de marzo de 2015

¿Por qué te confundes?


¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida?

Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor.

Cuando te abandones en mí todo se resolverá con tranquilidad según mis designios.

No te desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Cierra los ojos del alma y dime con calma.
¡Jesús, yo confío en ti!

Evita las preocupaciones y angustias y los pensamientos sobre lo que pueda suceder después.
No estropees mis planes, queriéndome imponer tus ideas. Déjame ser Dios y actuar con libertad.
Abandónate confiada mente en mi. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente: Jesús, yo confió en tí.

Lo que más daño te hace es tu razonamiento y tus propias ideas y querer resolver las cosas a tu manera.

Cuando me dices; Jesús, yo confío en tí, no seas como el paciente que le pide al médico que lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo, YO TE AMO

Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración sigue confiado, cierra los ojos del alma y confía.
Cierra los ojos del alma y confía.
Continúa diciéndome a toda hora
Jesús, yo confío en ti.


Oración atribuida al Padre San Pío de Pietrelcina.
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