jueves, 4 de diciembre de 2014

Virgen de la espera.




¡Oh María, Virgen de la espera y Madre de la esperanza, 
reaviva en toda la Iglesia el espíritu del Adviento, 
para que la humanidad entera 
se vuelva a poner en camino hacia Belén, 
donde vino y de nuevo vendrá 
a visitarnos el Sol que nace de lo alto, 
Cristo nuestro Dios! 
Amén. (P. Benedicto XVI)

miércoles, 1 de octubre de 2014

A MI ÁNGEL DE LA GUARDA


¡Oh mi glorioso guardián,
guardián del cuerpo y del alma,
que en el cielo estás brillando
hecho dulce y pura llama
junto al trono del Eterno!
Por mí bajas a la tierra
y me alumbras con tu luz,
te haces mi hermano, ángel bello,
mi amigo y consolador.

 Conociendo que soy débil,
¡gran debilidad la mía!,
tú me coges de la mano ,
y te veo, conmovida,
apartar de mi camino
la piedra que lo entorpece .
Me invita tu dulce voz
a no mirar más que al cielo.
Y cuanto mas pequeñita
y más humilde me ves,
tanto más tu clara frente
irradia de puro gozo.

Tú que los espacios cruzas
más rápido que el relámpago,
vuela por mí muchas veces
al lado de los que amo.
Seca el llanto de tus ojos
con la pluma de tu ala,
y cántales al oído
cuán bueno es nuestro Jesús.
¡Oh, diles que el sufrimiento
tiene también sus encantos!
Y luego, murmúrales
quedo, muy quedo, mi nombre.

Yo quiero en mi breve vida
salvar a los pecadores,
mis hermanos.
¡Oh ángel bello de la patria!,
dame tus santos ardores,
para que en el mismo fuego
que tú te abrasas me abrase.
Fuera de mis sacrificios
y de mi austera pobreza,
nada más tengo, ángel mío.
Únelo todo a tus gracias
y ofréceselo al Dios Trino.

Para ti la gloria, el reino,
las riquezas del que es Rey,
Rey de los reyes del mundo.
Para mí el Pan del sagrario
y el tesoro de la cruz.
Con la cruz y con la hostia,
y con tu celeste ayuda,
espero en paz la otra vida,
la felicidad del cielo,
que nunca terminará.

(A mi querida sor Filomena, en recuerdo de su hijita, Teresa del Niño Jesús y de la S.F., rel. carm. ind.)

Autora: Santa Teresita del Niño Jesús, Enero de 1987.

jueves, 28 de agosto de 2014

El Decálogo Orante.



1. "Vete al Señor mismo, al mismo con quien la familia descansa, y llama con tu oración a su puerta, y pide, y vuelve a pedir. No será Él como el amigo de la parábola: se levantará y te socorrerá; no por aburrido de ti: está deseando dar; si ya llamaste a su puerta y no recibiste nada, sigue llamando que está deseando dar. Difiere darte lo que quiere darte para que más apetezcas lo diferido; que suele no apreciarse lo aprisa concedido". (Sermón 105).

2. "Tiene Él más ganas de dar que nosotros de recibir; tiene más ganas Él de hacernos misericordia que nosotros de vernos libres de nuestras miserias". (Sermón 105).

3. "La oración que sale con toda pureza de lo intimo de la fe se eleva como el incienso desde el altar sagrado. Ningún otro aroma es más agradable a Dios que éste; este aroma debe ser ofrecido a él por los creyentes". (Coment. sobre el Salmo 140).

4. "Si la fe falta, la oración es imposible. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza de la fe". (Catena Aurea).

5. "Cuando nuestra oración no es escuchada, es porque pedimos aut mali, aut male, aut mala. Mali, porque somos malos y no estamos bien dispuestos para la petición. Male, porque pedimos mal, con poca fe o sin perseverancia, o con poca humildad. Mala, porque pedimos cosas malas, o van a resultar, por alguna razón, no convenientes para nosotros". (La ciudad de Dios, 20, 22).

6. "Puede resultar extraño que nos exhorte a orar aquel que conoce nuestras necesidades antes de que se las expongamos, si no comprendemos que nuestro Dios y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues Él ciertamente no puede desconocerlos, sino que pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara. Sus dones, en efecto, son muy grandes y nuestra capacidad de recibir es pequeña e insignificante. Por eso, se nos dice: Dilatad vuestro corazón". (Carta 130, a Proba).

7. "Con objeto de mantener vivo este deseo de Dios, debemos, en ciertos momentos, apartar nuestra mente de las preocupaciones y quehaceres que de algún modo nos distraen de él, y amonestarnos a nosotros mismos con la oración vocal; no vaya a ocurrir que nuestro deseo comience a entibiarse y llegase a quedar totalmente frío, y, al no renovar con frecuencia el fervor, acabe por extinguirse del todo". (Carta 130, a Proba).

8. "Lejos de la oración las muchas palabras; pero no falte la oración continuada, si la intención persevera fervorosa. Hablar mucho en la oración es tratar una cosa necesaria con palabras superfluas: orar mucho es mover, con ejercicio continuado del corazón, a aquel a quien suplicamos, pues, de ordinario, este negocio se trata mejor con gemidos que con discursos, mejor con lágrimas que con palabras." (Carta 121 a Proba).

9."Haz tú lo que puedas, pide lo que no puedes, y Dios te dará para que puedas". (Sermón 43, sobre la naturaleza y la gracia).

10. "Si vas discurriendo por todas las plegarias de la santa Escritura, creo que nada hallarás que no se encuentre y contenga en esta oración dominical (Padrenuestro)". (Carta 130, a Proba).

TITULO ORIGINAL "EL DECÁLOGO ORANTE (SAN AGUSTÍN)



lunes, 18 de agosto de 2014

Pregúntale al sufrimiento como son sus caminos



Al sufrimiento hay que darle un sentido. Sí, sólo quien da sentido al dolor puede tener paz; incluso en la Cruz.

¿Qué es el sufrimiento?

El sufrimiento es una de esas realidades en la vida del hombre en las que se prefiere no pensar. Como una ventana a la que tenemos miedo de asomarnos, pues desconocemos el paisaje con el que nos toparemos. Y es entonces cuando la pregunta asoma tercamente en nuestro interior: «¿Por qué sufrimos?».
Mismas circunstancias, diferentes resultados.
Me impresionó hace tiempo leer dos historias paralelas de la Segunda Guerra Mundial; dos caminos que, sin embargo, terminaban en metas diferentes: las de Ana Frank y Elie Wiesel.

Ambos sufrieron las atrocidades del odio nazi contra su raza; ambos estuvieron en un campo de exterminio; ambos vieron morir a familiares suyos. Y, sin embargo, Ana pasó los últimos años de su corta vida sonriéndole a ese mundo implacable que se cernía sobre ella y muchos se dieron cuenta cómo se preocupaba más de los demás que de ella misma: «La describieron como calva, demacrada y temblorosa, pero a pesar de su enfermedad les dijo que estaba más preocupada por Margot, cuyo estado parecía más grave».

Elie Wiesel, por su parte, describiendo con amargura el horror de su primera noche en el campo nazi (viendo cómo quemaban a niños judíos) se encerró y borró de su vida la posibilidad de ser feliz. Así sentencia su experiencia:
Nunca olvidaré esa noche, la primera noche en el campo, la cual convirtió mi vida en una larga noche [...] Nunca olvidaré estas llamas que consumieron para siempre mi fe. Nunca olvidaré ese silencio nocturno el cual me privó, para toda la eternidad, del deseo de vivir. Nunca olvidaré aquellos momentos en los cuales asesinaron a mi Dios y mi alma y convirtieron mis sueños en polvo.

¿Cómo es esto posible? Ambos vivieron, más o menos, las mismas circunstancias, pero el final es totalmente diverso. ¿Cómo viven su sufrimiento personas como Ana Frank, que les permiten salir de sí mismos y sonreír? ¿Son héroes? ¿Masoquistas? ¿Locos? ¿Tontos?

La respuesta no es fácil. Más aún, es imposible de responder. ¿Por qué? Porque muchos quieren entender el dolor y darle una explicación matemática; que cuadre dentro del engranaje de un mundo perfectamente organizado y controlado. No, nunca podrán. ¿Cómo comprender un misterio? Es un muro altísimo e infranqueable para cualquier razón humana. Por eso muchos existencialistas ateos chocan con la posibilidad de entender la existencia de Dios y el mal en el mundo.

El "porqué" del sufrimiento es inútil. Es el "para qué" lo que en realidad busca nuestro corazón.

Darle un sentido. Sí, sólo quien da sentido al dolor puede tener paz; incluso en la Cruz. Y es que, a fin de cuentas, sólo quien ama sabe sufrir. Y quien "sufre bien", es más humano y más semejante a Dios. Pues Dios es amor y el amor, si es auténtico, sufre también. En resumen, el dolor sólo se comprende en los ojos llorosos de un Dios que es capaz de asumir ese sufrimiento porque me ama y no quiere dejarme solo.
Los católicos celebramos la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores. Su figura, de Corazón traspasado, nos muestra que la Excelsa, la tan querida por el mismo Dios, también lloró; sobre todo al ver a su Hijo morir en el peor de los martirios posibles. Pues bien, esa Mujer, justamente por haber llorado, entiende mis penas y puede consolarme mejor.

Soy consciente de lo pobres que son estos comentarios y sé que no satisfacerán a todos. Después de todo, el sufrimiento es real (¡y duele!). Como me dijo un buen amigo, el "no se haga mi voluntad sino la Tuya" de Cristo no le eximió del profundo sufrimiento en la Cruz; no basta con aceptarlo y ya. Sí, estas líneas son unas paupérrimas reflexiones hechas a bote pronto, pero delante de Cristo Eucaristía. Pero eso sí: la certeza de saber que Dios llora conmigo es un consuelo enorme. Porque podemos gritar nuestro dolor a un cuarto vacío y encontrarnos sólo con un frío eco... o podemos llorar en el hombre de Alguien que, junto conmigo, derrama lágrimas de sufrimiento. No sé ustedes, pero yo prefiero acomodarme en el regazo de María y en los brazos amorosos de mi Dios Crucificado.

Autor: P. Juan Antonio Ruiz J. L.C.


miércoles, 30 de julio de 2014

Iglesia y Mundo


"Cielo" para los demás

“La Iglesia tiene que modernizarse, tiene que ponerse al día, porque, si no, desaparecerá o resultará irrelevante en el mundo de hoy”.“Yo soy creyente, mis hijos están bautizados y han hecho la primera comunión, pero estoy a favor del aborto, de la eutanasia, del divorcio, …”; “yo soy católico pero no voy a misa”; “creo en Dios pero no en la Iglesia”; “¿Cómo les vamos a decir a los niños que preparan su primera comunión que los padres que se han casado por la Iglesia y se han divorciado y vuelto a casar por lo civil viven en pecado mortal y van a ir al Infierno si no se convierten?”

Estoy harto de escuchar una y otra vez las mismas mamarrachadas. La Iglesia vive en este mundo pero no es de este mundo. La Iglesia no tiene que adaptarse ni pactar con este mundo, sino que tiene que hacer presente a Jesucristo en este mundo. El mensaje del Señor no fue aceptado y le costó la muerte en cruz, despreciado y abandonado por todos. No es de extrañar, pues, que el mensaje de la Iglesia tampoco resulte cómodo hoy.

El mundo quiere una Iglesia amaestrada, comodona; una Iglesia sumisa que acepte y bendiga todo aquello que para la mayoría de la gente es normal; una Iglesia que vote democráticamente lo que es pecado y lo que no. La gente quiere una Iglesia simpática que hable mucho del amor y nada del pecado; mucho de que vamos a ir todos al cielo y nada de castigos ni de infiernos. La mayoría quiere una Iglesia de bodas, bautizos y funerales; una Iglesia “buenista”, sin mandamientos ni moral ni complicaciones: una Iglesia puramente ornamental. El mundo quiere una Iglesia que acepte el divorcio, que haga la vista gorda con el aborto – o incluso que lo justifique en según qué casos. La mayoría quiere una Iglesia que comprenda que cuando uno es viejo o está enfermo y dependiente lo mejor es ponerle una inyección y acabar con el sufrimiento del desvalido y con el de la familia que lo tiene que atender (además de lo caro que resulta para la sanidad pública atender a estos pacientes). La mayoría quiere una Iglesia que bendiga los matrimonios entre homosexuales y que alabe y recomiende cualquier tipo de anticonceptivo. Por supuesto, la mayoría no entiende que la Iglesia condene la fecundación artificial o la experimentación con embriones humanos: “¡qué carcas son estos curas que se oponen al avance de la ciencia y al progreso!”, argumenta el mundo. Muchos abogan por una Iglesia que acepte la ideología de género y el relativismo moral.

Por cierto, esa Iglesia o esas Iglesias tan progresistas y tan adaptadas a los gustos de este mundo ya existen: son las iglesias protestantes. Anglicanos o luteranos ya ordenan sacerdotisas, obispas y obispos homosexuales. Pero tampoco veo yo conversiones masivas de españoles a esas iglesias que ya ofrecen lo que tantos católicos de nombre parecen demandar con tanto ahínco.

Porque la mayoría vive en la pocilga de Epicuro y se revuelca en su propia mierda. La mayoría se ha vuelto materialista y no cree en Dios ni en el cielo ni en el infierno. La mayoría piensa que después de la muerte no hay nada: que no habrá juicio y que lo único que importa es disfrutar aquí cuanto podamos. Ya no hay temor de Dios porque ya no hay Dios. El hombre ha decidido que Dios no existe y si existe, es algo irrelevante, cosa de niños, un adorno, una herencia familiar como el reloj de la abuela que se guarda en un cajón para no acordarse más de él. El español de a pie ha cambiado a Dios por el Estado del Bienestar, único y verdadero dios que debe proporcionarle todo lo necesario para vivir “bien”. Sólo importa lo inmanente, lo de “tejas hacia abajo”. Porque nada hay aparte de lo que vemos y tocamos. Y si hay algo, resulta irrelevante. Europa se ha convertido en una ramera sin principios, ansiosa de placeres; cobarde; muchas veces, desalmada. Occidente rechaza a Dios, le da la espalda, renuncia a buscar y cumplir su Voluntad. Occidente quiere un Dios sumiso que se amolde a sus deseos y bendiga sus mentiras y sus ansias ilimitadas de dinero y de placeres. Europa quiere cambiar a Dios por el genio de la lámpara maravillosa que satisfaga sus deseos. Que Dios cumpla nuestra voluntad y se amolde a nuestras apetencias. El mundo quiere un dios esclavo de nuestros deseos; un dios a quien acudo cuando tengo una necesidad para que me saque del atolladero; pero un dios esclavo a quien pueda después devolver a la lámpara para que no me moleste.
Los católicos que quedamos debemos asumir que somos pocos e irrelevantes. Debemos aceptar el desprecio, la incomprensión, las humillaciones y hasta las persecuciones. Resulta incómodo defender los principios morales de la Iglesia ante los amigos, ante la propia familia, ante los compañeros de trabajo. Es más fácil callar o seguir la corriente de la mayoría. Denunciar el adulterio en un mundo que sufre una verdadera plaga de divorcios es de locos.Decir no al aborto cuando la mayoría de la gente acepta, tolera y comprende que se mate a los niños no nacidos resulta realmente agotador y es fácil que pierdas amigos o que los demás te miren mal. Aceptemos que estamos en franca minoría. Somos pocos y cada vez menos. El mundo está ciego y sordo y ni ve a Dios ni escucha su palabra. Pero nosotros no debemos callar, porque si lo hiciéramos, hasta las piedras gritarían que no hay más Dios que Jesucristo y que sólo Él tiene palabras de vida eterna.

Un mundo sin fe es un mundo sin esperanza. Vivir sin Dios tiene sus consecuencias: hastío, vidas sin sentido; adicciones, alcoholismo, drogas; auténticas epidemias de depresiones, ansiedad y estrés; proliferación de suicidios; desempleo, explotación inhumana; proliferación de la pornografía, la prostitución, la pederastia, trata de blancas, bandas de crimen organizado, terrorismo, corrupción, envejecimiento de la población… Ya no tienen hijos porque les falta esperanza, porque “viven mejor” sin la carga que supone educar y mantener a unos hijos. Para tener hijos hay que saber amar y el mundo del siglo XXI ya no sabe lo que es eso, porque amar implica sacrificarse y hoy en día nadie quiere sacrificar nada por nadie.

María, Madre de Nuestra Esperanza
¡Qué lejos está el mundo de la humildad de María! “Hágase en mí según tu palabra”, “he aquí la esclava del Señor”. La soberbia del hombre está lejos de aceptar que sólo Dios es Dios. El Reino de Dios es de los humildes, de quienes saben que no valemos nada sin el Señor. María obedece, escucha, acepta, llora, sufre; pero confía en Dios. María tiene que ver cómo torturan a su Hijo; cómo lo humillan, lo desprecian; cómo le escupen, cómo lo crucifican; cómo muere injustamente. Y María está ahí. Callada, sufriendo en silencio, sin estridencias, sin quejarse, sin renegar de Dios. Calla y sufre. Y confía. María es el ejemplo para los creyentes. La fe no nos evita el sufrimiento, el dolor y la muerte. Pero confiamos. “Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados” (2 Cor 4). La fe no es un juego de niños: es hacerse como un niño y confiar. Tener fe es dar un sí sin condiciones, como María; es dar un paso en el vacío, es dejarse llevar por Dios; dejar que Dios te complique la vida. Tener fe es esperar contra toda esperanza, aunque muchas veces no comprendamos nada ni entendamos nada. Pero con la seguridad de que Dios nos ama y no nos va a dejar caer en el vacío.
Nuestra esperanza es Cristo, muerto y resucitado. Pueden despreciarnos, humillarnos, insultarnos, perseguirnos; pueden incluso matarnos. Pero nada ni nadie nos puede separar del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús. Porque si nos mantenemos fieles, confiamos en que, por la misericordia y la gracia de Dios, viviremos con el Señor. Nuestra esperanza es Cristo que se sacrificó para que nosotros tuviéramos vida. El Señor aceptó la cruz para redimirnos de nuestros pecados. Nuestro Señor Jesucristo nos espera en el confesionario para perdonarnos y transformarnos con su gracia; nos aguarda en el Sagrario para que lo podamos adorar; se nos ofrece en su cuerpo y en su sangre en el sacramento de la Eucaristía. El mismo Dios que creó el cielo y la tierra, el sol y las estrella; el Creador de la Vida, el Alfa y Omega, el Origen y el Fin del Universo, de la Historia y de mi vida se hace realmente presente en la Sagrada Hostia consagrada en el altar. ¿Es que vosotros no lo veis? Él es el Pan de Vida que se me ofrece para que tenga vida en abundancia; se abaja para hacerse carne de nuestra carne; nos anticipa la gloria del Cielo; nos convierte en sagrarios, en portadores de su Espíritu, para que seamos luz que brille en las tinieblas del mundo.

Por ello, los cristianos no debemos vivir tristes ni ser profetas de calamidades. Aprendamos de María y dejemos de quejarnos. Aprendamos del Señor que recibió toda clase de ofensas y suplicios y no decía palabra ni protestaba. Es verdad que los tiempos son difíciles, que vivimos en una Europa que ha apostatado mayoritariamente de su fe y se ha entregado a la cultura de la muerte. Pero nosotros debemos ser levadura en la masa, luz en medio de la oscuridad. Nosotros somos testigos de la Esperanza en un mundo desesperado y desesperante. Debemos denunciar el mal y defender la Verdad y el Bien, al precio que sea, guste o no guste. Pero más que plañideras debemos ser buena noticia en medio de tanto sufrimiento; signos de esperanza, testigos de la alegría auténtica que procede del gran acontecimiento de la resurrección. Nuestra vida no termina con la muerte. Somos ciudadanos del Cielo. Nosotros sabemos que el Cielo está donde está nuestro Señor. Por eso sabemos que el Cielo está ya aquí, esperándonos en el Sagrario y realmente presente en Cristo Eucaristía. Seamos portadores del Cielo para los demás, para tantos hermanos que viven en la desesperación y en el vacío. Como María, que después de la anunciación y de concebir en su vientre al Señor, no se queda en casa a disfrutar de su estado, sino que se pone en camino a servir a su prima Isabel. Aceptemos las tribulaciones y la cruz con paciencia y esperanza, sabiendo que ese es el único camino para la vida eterna. Seamos humildes y fieles como Nuestra Señora. Aceptemos la voluntad de Dios y aprendamos a sufrir con paciencia las penalidades y humillaciones que el Señor permita en su Divina Providencia. Permanezcamos al pie de la cruz. Velemos junto a Cristo en las angustias de nuestras noches oscuras. Sudemos sangre si es preciso y pidamos con Cristo que pase el cáliz de nuestro sufrimiento, pero aceptando siempre que se cumpla la voluntad de Dios y no la nuestra.
Que toda la gloria sea para Dios y que nosotros seamos siervos fieles en las pruebas, con la seguridad de que el sufrimiento, el dolor y la muerte no tienen la última palabra y que Cristo, con su resurrección, ha vencido definitivamente al Demonio y a la muerte.

El mundo tiene oídos para oír y no oye; tiene ojos para ver, pero no ve. El mundo ni escucha ni contempla al Señor Resucitado. Pero nosotros, sí. Por eso nosotros tenemos la responsabilidad y la misión de conducir las almas a Cristo, ante el Sagrario, para que se salven. Porque nosotros hemos descubierto el tesoro escondido. ¡Si el mundo quisiera escuchar al Señor; si pudiera ver la gloria de Dios en el Santísimo Sacramento….! ¡Qué distinto sería todo! Pidámosle al Señor que aumente nuestra fe. Arrodillémonos ante el Señor, contemplémoslo, dejémonos transformar por su gracia. Dejémonos llenar por el Amor de Dios. El mundo quiere crear el reino de Dios sin Dios y sólo consigue convertir la vida en un infierno. Nosotros no creemos en utopías revolucionarias que buscan vanamente crear el paraíso en la tierra sin contar con Dios. Nosotros hemos puesto nuestra confianza en el Señor que no defrauda. Sólo Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Convirtámonos. Adorémosle. Tratemos de ser portadores de un pedacito de Cielo para los demás, para quienes están a nuestro lado cada día.

Autor: Pedro L. Llera


martes, 29 de julio de 2014

Orar siempre.



“Cuanto más suframos, ¡más hemos de orar! Por desgracia, normalmente, nos ocurre lo contrario: cuanto más sufrimos, más tentados estamos, y más nos cuesta orar.

La táctica del demonio es envolvernos como en una nube, ahogarnos de alguna manera, en nuestro sufrimiento o en nuestra tentación, e impedirnos elevar la voz y los ojos al cielo…

Atravesemos esa red, esa nube, no caigamos en la trampa, ya que la conocemos, y cuánto más suframos, cuánto más tentados estemos, más ardientemente, y de todo corazón, ¡arrojémonos en Dios, llamémosle en nuestra ayuda, con fe y amor!”
(Comentario al Evangelio de San Lc. 22,44)


Fuente: Carlos de FOUCAULD, Obras espirituales No. 61, pág. 105

lunes, 7 de julio de 2014

La humildad.


«Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. No llama a éste o a aquel en particular, sino que se dirige a todos aquellos que están atormentados por las preocupaciones, por la tristeza, o se encuentran en pecado. 
«Vengan», no porque yo quiera pedirles cuentas de vuestras culpas, sino para perdonarlas. 
«Vengan», no porque yo tenga necesidad de vuestras alabanzas, sino porque tengo un deseo ardiente de vuestra salvación. 
«Yo» –lo dice claramente–, «les daré alivio». No dice simplemente: yo los salvaré, sino aquello que es mucho más: os pondré en total seguridad, porque éste es el significado de «les daré alivio». «Tomen mi yugo sobre ustedes…». 
No se asusten cuando sientan hablar de «yugo», porque ese yugo es «suave»; no tengan miedo cuando sientan hablar de «carga», porque ésta es ligera. 
Pero entonces –Ustedes me preguntarán–, ¿por qué entonces ha hablado anteriormente de la puerta estrecha y del camino angosto? Así parece porque nosotros somos perezosos y espiritualmente desmotivados. Pero si tú pones en práctica y cumples las palabras de Cristo, la carga será ligera. 
Es en este sentido que lo define. Pero, ¿cómo se puede cumplir lo que dice Cristo? Puedes hacerlo si te vuelves humilde, manso y modesto. 
De hecho, esta virtud es la madre de toda la filosofía cristiana. 
Por esta razón cuando Jesús comienza a enseñar sus divinas leyes, inicia por la humildad» (San Juan Crisóstomo [¿350-407?]. Comentario al Evangelio de Mateo).

martes, 27 de mayo de 2014

Piedra y arena.


Cuenta una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. Éste, profundamente ofendido, sin decir nada, escribió en la arena:
 –“Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro”. 
Siguieron adelante y divisaron un oasis. Torturados por la sed, ambos echaron a correr y el primero que llegó se tiró al agua de bruces sin pensarlo y, de pronto, comenzó a ahogarse. El otro amigo se tiró al agua enseguida para salvarlo. Al recuperarse, tomó un estilete y escribió en una piedra: 
–“Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida”. Intrigado, el amigo le preguntó: –“¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?”. Sonriendo, el otro le respondió: 
–“Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, porque el viento del olvido se lo lleva; en cambio, cuando nos pase algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento en todo el mundo podrá borrarlo”. 

Ignoro su autor.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Mártires mexicanos.


Hoy celebramos a los Santos Cristóbal Magallanes, presbítero, y compañeros, mártires, que, perseguidos en diversas regiones de México en odio al nombre cristiano y a la Iglesia católica, por haber confesado fielmente a Cristo Rey alcanzaron la corona del martirio. († de 1915 a 1937) 

En 1917 fue promulgada en México una nueva Constitución, firmada por el presidente Don Venustiano Carranza. estaba inspirada en principios anticlericales y provocó una era de violenta persecución religiosa.

En 1926, bajo la presidencia de Don Plutarco Elías Calles, la persecución se hace más violenta, con la expulsión de algunos sacerdotes, la clausura de escuelas privadas y de obras de beneficencia.

Fueron muchos los fieles que sufrieron el martirio por defender su fe, de entre ellos presentamos ahora a veinticinco que fueron proclamados santos de la Iglesia por Juan Pablo II.

El milagro

Uno de los pasos formales en las causas de canonización en la iglesia católica es la verificación de un milagro obrado por Dios por intercesión del o de las personas para quienes se busca su inclusión en el canon de santos. En el caso de este grupo de 25 mártires cristeros, María del Carmen Pulido Cortes de Guadalajara, México, experimentó ese milagro.

Pulido, diagnosticada con una enfermedad incurable luego de que se descubrieran quistes (algunos extirpados quirúrgicamente) en el pecho, fue a Roma para el pedido de beatificación -de este grupo de mártires- acompañando a Fray José de Jesús Gálvez Amezcua, director en ese momento de un seminario de Guadalajara. "Fui a Roma y rogué por mi curación, pero no sucedió", relató ella en una entrevista.

En 1993, Fray Gálvez le dio a Pulido un crucifijo de plata que contenía pequeños trozos de ropa, sangre y huesos de los 25 mártires cristeros. Ella colocó el crucifijo sobre su pecho. “Estaba muy enferma”, le dijo al periodista, “pero apenas mi madre me dio la cruz con las reliquias sentí alivio. La cura fue instantánea”. Los médicos confirmaron que Pulido estaba completamente curada pero no pudieron explicar lo que había sucedido.

Luego de seis años de extensas investigaciones la Congregación para la Causa de los Santos presentó al Papa Juan Pablo II el caso y él firmó el decreto reconociendo el mismo como un milagro.

Los 25 santos canonizados el 21 de mayo del 2000 fueron:

Cristobal Magallanes Jara, Sacerdote
Roman Adame Rosales, Sacerdote
Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote
Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote
Luis Batis Sainz, Sacerdote
Agustin Caloca Cortés, Sacerdote
Mateo Correa Magallanes, Sacerdote
Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote
Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote
Pedro Esqueda Ramirez, Sacerdote
Margarito Flores Garcia, Sacerdote
Jose Isabel Flores Varela, Sacerdote
David Galván Bermúdez, Sacerdote
Salvador Lara Puente, Laico
Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote
Jesus Mendez Montoya, Sacerdote
Manuel Morales, Laico
Justino Orona Madrigal, Sacerdote
Sabas Reyes Salazar, Sacerdote
Jose Maria Robles Hurtado, Sacerdote
David Roldan Lara, Laico
Toribio Romo Gonzalez, Sacerdote
Jenaro Sanchez Delgadillo
David Uribe Velasco, Sacerdote
Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote.

Texto e imagen de El Observador.

domingo, 16 de marzo de 2014

Pilares de la amistad.


Un amigo fiel es un refugio seguro; el que lo halla ha encontrado un tesoro. ¿Qué no daría uno por un amigo fiel? ¡No tiene precio! (Ecleciástico 6,14)

Al practicar la amistad he aprendido algunos principios, como los que señalo a continuación:

MEMORIA: Aunque hoy nos separe la distancia, debemos recordar siempre al amigo/a que en algún momento nos consoló, nos hospedó, nos animó... nos amó.

PRUDENCIA: Debemos respetar el horario de nuestros amigos. No invadamos su privacidad, creyendo que el ser amigos nos da derecho absolutos sobre sus vidas.

SINCERIDAD: No hay verdadera amistad sin una confianza plena. Todo tiene que estar sobre la mesa. Yo creo en la amistad, a corazón abierto.

HUMILDAD: Necesitamos la humildad para pedir perdón cada vez que nos equivoquemos. Necesitamos también amplitud de corazón para saber perdonar.

GENEROSIDAD: en la verdadera amistad no se busca recibir sino dar. Entre amigos entregamos nuestro tiempo, nuestro afecto, y nuestras oraciones. Colmado de felicidad o de sufrimiento, el corazón tiene necesidad de compartir.

Porque la alegría compartida es doble alegría, y el dolor compartido es la mitad del dolor.
Cuidemos de nuestras amistades; no las usemos.
Los amigos que se usan, se gastan; pero los amigos bien cuidados duran muchísimos años.

Autor: Madeline.



lunes, 10 de marzo de 2014

Padre Nieves. Mártir.


Beato Elías del Socorro Nieves Castillo.
10 de Marzo aniversario de su martirio.

"Nació en la Isla de S. Pedro, Yuriria (Guanajuato – México), el 21 de septiembre de 1882. Era hijo de Ramón y Rita, un matrimonio de modestos agricultores de profunda religiosidad.

De niño ya manifestó el deseo de ser sacerdote, pero a los doce años su padre era asesinado y tuvo que dejar los estudios para obtener algún dinero con el que contribuir al sustentamiento de la familia.
En 1904, no obstante su escasa preparación y a su edad adulta, consiguió ser admitido en el seminario agustiniano de Yuriria. Las dificultades por causa de los estudios iniciados, por quien a los veintiún años abandonaba las faenas del campo, fueron superadas con tesón y esfuerzo. En las provenientes de la carencia de recursos económicos y de su débil constitución física, nunca faltó quien le echara una mano. En reconocimiento a la ayuda de lo alto y movido de su filial devoción a María, al profesar en 1911 cambió el nombre de Mateo Elías por el de Elías del Socorro.

Ordenado sacerdote en 1916, ejerce su ministerio en diversas localidades del Bajío, hasta que en 1921 es nombrado vicario parroquial de La Cañada de Caracheo (Gto.), un poblado muy pobre en las estribaciones del “Culiacán”. En este centro, de escasos recursos económicos, desprovisto de servicios sanitarios y de escuela pública, no se limitó a la asistencia espiritual de su grey. Habiendo conocido el trabajo manual y la indigencia, no le pesaron ni las privaciones ni la pobreza, que compartió con ánimo generoso, jovial disponibilidad y confianza en la Providencia, infundiendo en ellos consuelo y esperanza cristiana, compartiendo sus anhelos y sufrimientos.

Fue precisamente durante estos años cuando nace el movimiento de los “cristeros”, que fue alcanzando formas de duro anticlericalismo. No había un poder central en la práctica, ni seguridad, ni esperanza en apelar a la justicia. Cualquiera podía hacerse con un arma y convertirse en “la ley”… Odio, rivalidad, lucha… y miedo en todos de que un día u otro un grupo de aquella gente pudiera llegar a cualquier pequeño rincón.

A finales de 1926 se llegó a la efectiva persecución de la Iglesia, pues el gobierno había publicado una drástica disposición de impedir cualquier actividad religiosa que no estuviese controlada por la autoridad civil. Si bien las cosas seguían con normalidad, cabía la posibilidad de que cualquiera se amparase en ello para atentar contra la religión. Todos sabían el riesgo.

El padre Nieves, que se mantuvo al margen de esta revolución armada, a pesar de su carácter tímido, se estableció por prudencia pero sin miedo en una cueva de un cerro cercano, asegurando así a sus fieles la asistencia religiosa, pues ellos no entendían la medida gubernativa.

El 7 de marzo, un destacamento llega buscando unos ladrones; siendo ya tarde, deciden pernoctar en la iglesia parroquial, cosa que rebeló a la gente. Los soldados pidieron refuerzos… Esta clandestinidad, llevada adelante durante catorce meses, finaliza la mañana del 9 de marzo, cuando se tropezó con un destacamento de soldados, a los que llamó la atención que bajo el vestido blanco de campesino se entreviera el oscuro que empleaba en su ministerio pastoral nocturno. Interrogado, declaró su condición de sacerdote, siendo arrestado inmediatamente junto con un par de rancheros, los hermanos Sierra, que se ofrecieron a acompañarlo.

Al amanecer del 10 de marzo de 1928, militares y prisioneros se pusieron en camino en dirección centro urbano de Cortazar,Gto.

En el primer alto, el capitán al frente del destacamento dio la orden de pasar por las armas a los dos hermanos, testigos incómodos, quienes después de confesarse murieron vitoreando a Cristo Rey.
Ya próximos al poblado, el capitán se dirige al Padre diciéndole: “Ahora le toca a Usted. Vamos a ver si morir es como decir misa”. El Padre le respondió: “Es lo justo. Morir por la fe es un sacrificio agradable a Dios”.

El P. Nieves pidió unos momentos para recogerse y prepararse al gran paso, que para él era como el ofertorio de una misa con Jesús. Él mismo rompió la tensión del momento, diciendo: “Estoy listo”. Mientras preparaban los fusiles, comenzó a recitar el credo y dijo con decisión: “Os quiero bendecir en señal de perdón”. Pero el capitán gritó: “Yo no quiero bendiciones. Me basta el fusil”. Y mientras el Padre tenía todavía la mano alzada para bendecir, le dispararon al corazón. Aún tuvo tiempo para gritar con claridad: “¡Viva Cristo Rey!”.

Enseguida la gente comenzó a venerarlo como a un santo mártir. La tierra manchada con su sangre ha sido conservada como reliquia; el lugar del fusilamiento fue de inmediato su santuario. Su sacrificio ha sido una ofrenda por la pacificación del pueblo

Sus restos descansan en la iglesia parroquial de La Cañada de Caracheo, Mpio. De Cortazar, Gto.

Fue solemnemente beatificado por el Papa Juan Pablo II el 12 de octubre de 1997.
ORACIÓN: 

“Oh Dios, que concediste a nuestro hermano el Beato Elías del Socorro Nieves la fortaleza para poder sellar con el martirio su vida consagrada a ti; concédenos, por su intercesión, dar testimonio con nuestra vida de la fe que profesamos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén."


 El lugar de su martirio, es una capilla al aire libre.


 Una cruz en el lugar del martirio.

¡Padre Nieves pide a Dios por Cortazar, Gto!

Fuente aquí, 

martes, 4 de marzo de 2014

Decálogo sobre cuaresma.



1. PREPARACIÓN A LA PASCUA
La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua.

2. LAS DIMENSIONES Y ÁMBITOS DE LA CUARESMA
La Cuaresma es tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las “armas de la penitencia cristiana”: la oración, el ayuno y la limosna (cfr. Mt 6,1-6.16-18).

3. LA CENIZA, SU SÍMBOLO POR EXCELENCIA
El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la liturgia del Miércoles de Ceniza.
Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.

4. TIEMPO PARA DEJAR LO SUPERFLUO E IR A LO FUNDAMENTAL
A pesar de la secularización de la sociedad contemporánea, el pueblo cristiano advierte claramente que durante la Cuaresma hay que dirigir el espíritu hacia las realidades que son verdaderamente importantes; que hace falta un esfuerzo evangélico y una coherencia de vida, traducida en buenas obras, en forma de renuncia a lo superfluo y suntuoso, en expresiones de solidaridad con los que sufren y con los necesitados.

5. TIEMPO PARA LA CONFESIÓN Y LA COMUNIÓN
También los fieles que frecuentan poco los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía saben, por una larga tradición eclesial, que el tiempo de Cuaresma-Pascua está en relación con el precepto de la Iglesia de confesar lo propios pecados graves, al menos una vez al año, preferentemente en el tiempo pascual.

6. EL SENTIDO DEL AYUNO CUARESMAL
La práctica del ayuno, tan característica desde la antigüedad en este tiempo litúrgico, es un “ejercicio” que libera voluntariamente de las necesidades de la vida terrena para redescubrir la necesidad de la vida que viene del cielo: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4; cfr. Dt 8,3; Lc 4,4; antífona de comunión del I Domingo de Cuaresma).

7. CAMINO CUARESMAL, CAMINO HACIA LA CRUZ
El camino cuaresmal termina con el comienzo del Triduo pascual, es decir, con la celebración de la Misa in Cena Domini. En el Triduo pascual, el Viernes Santo, dedicado a celebrar la Pasión del Señor, es el día por excelencia para la “Adoración de la santa Cruz”.
Sin embargo, la piedad popular desea anticipar la veneración cultual de la Cruz. De hecho, a lo largo de todo el tiempo cuaresmal, el viernes, que por una antiquísima tradición cristiana es el día conmemorativo de la Pasión de Cristo, los fieles dirigen con gusto su piedad hacia el misterio de la Cruz.

8. LO QUE ES Y DICE LA CRUZ DE CRISTO
Contemplando al Salvador crucificado captan más fácilmente el significado del dolor inmenso e injusto que Jesús, el Santo, el Inocente, padeció por la salvación del hombre, y comprenden también el valor de su amor solidario y la eficacia de su sacrificio redentor.
En las manifestaciones de devoción a Cristo crucificado, los elementos acostumbrados de la piedad popular como cantos y oraciones, gestos como la ostensión y el beso de la cruz, la procesión y la bendición con la cruz, se combinan de diversas maneras, dando lugar a ejercicios de piedad que a veces resultan preciosos por su contenido y por su forma.

9. ILUMINAR EL SENTIDO DE LA ADORACIÓN DE LA CRUZ DE CRISTO
No obstante, la piedad respecto a la Cruz, con frecuencia, tiene necesidad de ser iluminada. Se debe mostrar a los fieles la referencia esencial de la Cruz al acontecimiento de la Resurrección: la Cruz y el sepulcro vacío, la Muerte y la Resurrección de Cristo, son inseparables en la narración evangélica y en el designio salvífico de Dios. En la fe cristiana, la Cruz es expresión del triunfo sobre el poder de las tinieblas, y por esto se la presenta adornada con gemas y convertida en signo de bendición, tanto cuando se traza sobre uno mismo, como cuando se traza sobre otras personas y objetos.

10. LOS OTROS ASPECTOS DE LA PIEDAD POPULAR SOBRE EL MISTERIO DE CRISTO CRUCIFICADO

El texto evangélico, particularmente detallado en la narración de los diversos episodios de la Pasión, y la tendencia a especificar y a diferenciar, propia de la piedad popular, ha hecho que los fieles dirijan su atención, también, a aspectos particulares de la Pasión de Cristo y hayan hecho de ellos objeto de diferentes devociones: el “Ecce homo”, el Cristo vilipendiado, “con la corona de espinas y el manto de púrpura” (Jn 19,5), que Pilato muestra al pueblo; las llagas del Señor, sobre todo la herida del costado y la sangre vivificadora que brota de allí (cfr. Jn 19,34); los instrumentos de la Pasión, como la columna de la flagelación, la escalera del pretorio, la corona de espinas, los clavos, la lanza de la transfixión; la sábana santa o lienza de la deposición. Estas expresiones de piedad, promovidas en ocasiones por personas de santidad eminente, son legítimas. Sin embargo, para evitar una división excesiva en la contemplación del misterio de la Cruz, será conveniente subrayar la consideración de conjunto de todo el acontecimiento de la Pasión, conforme a la tradición bíblica y patrística.


Título original. Nuevo decálogo sobre Cuaresma y Piedad popular
La Cuaresma en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia

martes, 28 de enero de 2014

Oración de súplica, en la enfermedad.


No permitas que yo permanezca en tal lejanía de ti, que no pueda considerar tu alma triste hasta la muerte y tu cuerpo habitado por la muerte, a consecuencia de mis propios pecados, sin regocijarme por sufrir en mi cuerpo y en mi alma.

Aparta pues, Señor, de mí la tristeza que el amor propio podría darme por mis propios sufrimientos y por las cosas del mundo que no se acomodan a los deseos de mi corazón, y que no se refieren a tu Gloria; pero dame una tristeza conforme a la tuya.

Que mis sufrimientos sirvan para apaciguar tu cólera. Haz de ellos una ocasión de salvación y de arrepentimiento para mí. Que, de aquí en adelante, desee la salud y la vida, a fin de emplearla y terminarla por ti, contigo y en ti. No te pido salud, ni enfermedad, ni vida, ni muerte; sino que dispongas de mi salud y de mi enfermedad, de mi vida y de mi muerte para tu Gloria, para mi salvación, y para la provecho de la Iglesia y de tus santos, entre los cuales espero figurar, por tu gracia divina.

Sólo tú sabes lo que me conviene. Eres mi soberano maestro: haz de mí lo que quieras. Dame, quítame; pero conforma mi voluntad con la tuya; y que en una sumisión humilde y perfecta, y que en una santa confianza, me disponga a recibir las órdenes de tu providencia eterna. Haz que yo adore igualmente todo cuanto viene de ti. 

Y, como nada es agradable a Dios si no le es ofrecido por tu mediación, une mi voluntad con la tuya y mis dolores a los dolores que tú has sufrido. Haz que los míos se tornen tuyos. Úneme a ti; lléname de tu Espíritu Santo. Entra en mi corazón y en mi alma, para tomar mis sufrimientos y para continuar padeciendo en mí, lo que todavía te queda por sufrir de tu Pasión, que completas en tus miembros hasta la consumación perfecta de tu Cuerpo; a fin de que, lleno de ti, no sea yo quien viva y quien sufra, sino que seas tu quien viva y sufra en mí, ¡oh mi Salvador!, y para que así, teniendo una pequeña parte de tus sufrimientos, tú me llenes enteramente de la gloria que ellos te han adquirido y con la cual vives con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Así sea.
(Fragmento)
Autor: Blas Pascal.

lunes, 27 de enero de 2014

DECÁLOGO DE LA SERENIDAD



1.- Solo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.

2.- Solo hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, seré cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie sino a mí mismo.

3.- Solo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no solo en el otro mundo sino también en este.

4.- Solo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que todas circunstancias se adapten a mí.

5.- Solo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

6.- Solo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

7.- Solo por hoy haré por lo menos una sola cosa que no deseo hacer, y si me sintiere ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.

8.- Solo por hoy haré un programa detallado. Quizás no lo cumpliré, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

9.- Solo por hoy creeré, -aunque las circunstancias demuestren lo contrario- que la Providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.

10.- Solo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo a gozar de lo que es bello y creer en la bondad.

PUEDO HACER BIEN DURANTE DOCE HORAS, LO QUE ME DESCORAZONARÍA SI PENSARA TENER QUE HACERLO DURANTE TODA MI VIDA". 


(Beato Juan XXIII).


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