domingo, 29 de julio de 2012

Mi Cristo Roto.


"DÉJAME ROTO...

Quiero que al verme roto
te acuerdes de tantos hermanos tuyos
que están como yo; rotos, aplastados,
indigentes, oprimidos, enfermos, mutilados...

Sin brazos, porque no tienen posibilidades
ni medios de trabajo. Sin pies, porque
les han bloqueado los caminos.
Sin cruz, porque les han quitado la honra,
el honor y el prestigio.

Todos los olvidan y les vuelven la espalda.
Aunque son como yo...

UN CRISTO ROTO."

Mi Cristo Roto
(Fragmento adaptado)
Ramón Cué Romano S. J.





martes, 24 de julio de 2012

Actuando de manera infantil.


No podía creer que yo pudiera actuar de manera tan infantil. 

Tenía 40 años de edad y había rabiado y gritado hasta que mi esposa, mis hijastros y mi hijo se aterrorizaron. Entonces abordé mi automóvil y me alejé de ellos. Después me encontré allí  sentado, solo, en un motel a la mitad de nuestras vacaciones en la Isla Padre. 
Me sentía muy solo y avergonzado.

Cuando intenté analizar los sucesos que precedieron a mi partida, no pude sacar nada en claro. Estaba confundido. Fue como despertar de una pesadilla. Más que nada, deseaba que mi vida familiar fuera agradable, amorosa y sincera. Pero éste era el tercer año en que había yo estallado en nuestras vacaciones. En otras ocasiones ya había perdido el control, pero nunca antes me había alejado de mi familia.

Era como si hubiera entrado en un estado de conciencia alterado. ¡Dios mío, cómo me odié! ¿Qué pasaba conmigo?
El incidente en la Isla del Padre ocurrió en 1976, un año después de la muerte de mi padre. Desde entonces conocí las causas que provocaban mis arrebatos de ira. Estando solo y avergonzado en ese miserable cuarto de motel, empecé a tener vívidos recuerdos de mi infancia. Recordé aquella víspera de Navidad; tenía alrededor de 11 años de edad y estaba en mi cuarto con las luces apagadas y la cabeza cubierta de cobertores y me rehusaba a hablar con mi padre. Había llegado a casa un poco tarde, un poco ebrio. Lo quería castigar por arruinar nuestra celebración de la Navidad. No podía expresar lo que sentía porque me habían enseñado que era pecado hacer tal cosa, especialmente a mis padres. Con los años mi ira se enconó en mi alma y se convirtió en rabia. La mayor parte del tiempo la guardé celosamente. Yo era un sujeto simpático.

Comprendí que esa conducta surgida en las vacaciones era una regresión espontánea. Cuando me enfurecía castigaba a mi familia abandonándola, regresaba yo a mi infancia, cuando me había tragado mi ira y la había expresado de la única manera que podía hacerlo un niño: con el silencio y el retiro. Ahora, ya de adulto, después de un desahogo emocional o alejamiento físico, me sentía como el solitario y avergonzado niño que había sido.

Ahora lo entiendo, cuando el desarrollo de un niño se frustra, cuando los sentimientos se reprimen, especialmente la ira y el dolor, ese pequeño se convertía físicamente en un adulto, pero en su interior permanecerá ese niño airado y herido. Ese niño interno contaminará espontáneamente la conducta de la persona adulta.

Al principio podría parecer absurdo que un niño pudiera seguir viviendo en un adulto.

Este descuidado niño herido que se aloja en el alma del adulto es una fuente importante de dolor humano. Hasta que reclamemos y defendamos a ese niño seguiremos alterando y contaminando nuestras vidas adultas.

Tomado del libro “Volver a la niñez” Autor John Bradshaw.  Pág. 23-25

Si desea leer el libro completo, puede ingresar en el siguiente enlace.



lunes, 23 de julio de 2012

Oye también tú.


No seas vana, alma mía, no dejes que el oído de tu corazón quede sordo con el ruido de tu vanidad.
Oye también tú.
La misma Palabra dice a voces que vuelvas y que el lugar de reposo imperturbable se encuentra donde no se pierde el amor si no se le abandona.
Mira aquellas cosas pasan para que otras ocupen su lugar y este universo de aquí abajo conste de todas sus partes.
<<¿Acaso me retiro yo a algún lugar?>>, dice la Palabra de Dios.
Fija allí tu morada.  
Confía allí lo de que allí te viene, alma mía, cansada ya de los engaños.
Encomienda a la verdad, lo que te viene de la verdad, y no perderás nada, antes al contrario, florecerán tus cosas marchitas y se curarán todas tus enfermedades.
Tus partes debilitadas se renovarán y formarán una unidad contigo.
No te harán bajar a donde ellas bajan, sino que estarán contigo y permanecerán junto a Dios, que vive y permanece para siempre.

Confesiones de San Agustín Libro VI, Cap. XI N°16 

lunes, 16 de julio de 2012

Madre Celestial.



¡Acógeme oh Madre del Carmelo!
bajo tu hermoso manto protector,
Madre de Dios, acógeme en tu seno,
y cantare tus glorias con fervor,
te prometí, te prometí, la vida mía,
fiel permaneceré, tuyo soy ¡Oh María!

Blanca flor del Carmelo,
 y de en racimo celeste claridad,
puro prodigio al ser a una
Madre de Dios y Virgen fecunda.


domingo, 15 de julio de 2012

¡Oh hermosura que excedéis!


¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.

Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.

Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.

Autora: Santa Teresa de Ávila



domingo, 1 de julio de 2012

Oración de sanación espiritual


“PERDÓNAME, SEÑOR”

• Por todo lo que te he ofendido de PALABRA, perdóname, SEÑOR.

• Por todo lo que te he ofendido de pensamientos, perdóname, SEÑOR.

• Por todo lo que te he ofendido de obra, perdóname, SEÑOR.

• Por todo lo que he ofendido de omisión, perdóname, SEÑOR.

• JESÚS, Hijo de Dios vivo, ten misericordia de mí.
• JESÚS, Hijo de Dios vivo, ten misericordia de mí.
• JESÚS, Hijo de Dios vivo, ten misericordia de mí.

• Perdóname, SEÑOR, todos los pecados de mi vida; bórralos con tu Sangre preciosa que derramaste en la cruz; borra todos mis pecados y absuelve todas mis culpas.

• Perdóname, SEÑOR, todas las veces que Tú no has sido el primero en mi corazón. Has sido el segundo, el tercero, el décimo, el último.

• Perdóname, SEÑOR todas las veces que yo no me he fiado plenamente de ti. No he alimentado la fe en Ti. Me he fiado más de mí, de cosas, de personas y ni de Ti. Quizás me he fiado más del maligno y de sus obras, de supersticiones, brujerías, hechicerías, cartomancia, horóscopos, amuletos, ouija, espiritismo, curanderismo, masonería, toda clase de métodos, sectas, movimientos que me descentran de Ti. 
Hoy renuncio a todo y te recibo a Ti en mi corazón como el único médico de cuerpos y de almas.

• Perdóname, SEÑOR, el que no me haya fiado de Ti plenamente.

• Perdóname, SEÑOR, por haber despreciado tu invitación cada domingo a ir a la LA SANTA MISA.

• Perdóname, SEÑOR, si he estado en la SANTA MISA muy distraído o rutinariamente.

• Perdóname, SEÑOR, todas las veces que he roto la paz familiar.

• Perdóname, SEÑOR, todas las veces que he roto la unidad familiar, la fe familiar.

• Perdóname, SEÑOR, todas las veces que yo he alimentado resentimientos, rencores, odios, venganzas, alcoholismo, drogadicción, abortos.

• Perdóname, SEÑOR, todas las veces que yo he sido impuro, lujurioso, quizás me he masturbado, he fornicado, he cometido adulterio, quizás soy conviviente, no tengo el santo sacramento del matrimonio. Perdona este desorden sexual. Perdona todos los pecados de impureza que haya podido cometer a los largo de mi vida.

• Perdóname, SEÑOR, todas las veces que he robado, me he apropiado de los bienes ajenos, no he devuelto lo prestado. He sido injusto, perdóname, SEÑOR.

• Perdóname, SEÑOR, todas las veces que yo he mentido, engañado, he criticado los defectos del prójimo, he murmurado, he hecho falsos juicios, he levantado falsos testimonios. He robado la fama del prójimo; perdón SEÑOR.

• Perdona, SEÑOR, todas las veces que yo he sido egoísta, orgulloso, avaricioso, envidioso.

• Perdona, SEÑOR, todas las veces que yo he sido materialista, he sido perezoso.

• Perdona, SEÑOR, porque no he colaborado generosamente contigo, Señor, de quien lo recibo todo.

• Perdona, SEÑOR, porque no he colaborado con la evangelización, con Tu IGLESIA SANTA Y CATÓLICA; perdóname SEÑOR.

• Perdona, SEÑOR, por no haber empleado lo que tú me das para tu servicio: el dinero, el tiempo, las cualidades.

• Perdona, SEÑOR, por no haber hecho todo el bien que podría haber hecho; perdóname, SEÑOR.

Arrepiéntete de todos los pecados de la vida. Hoy puedes comenzar una vida nueva: Una vida fuerte, poderosa, porque DIOS perdona todo y te da vida abundante.
Hoy iré al Sacramento de la confesión.

GRACIAS SEÑOR

• Gracias, SEÑOR, que me has perdonado todo.

• Gracias, JESUCRISTO, que has pagado por todos mis pecados.

• Gracias, SEÑOR, porque me haces criatura nueva.

• Gracias, SEÑOR, porque sanas mi espíritu enfermo.

• Gracias, JESÚS, que estás aquí ahora de verdad con poder, con amor, con misericordia.


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