“Otro día en que debía cruzar un puente muy estrecho, yo miraba con terror lo profundo de las aguas, que corrían por debajo, pero mi ángel custodio me guió felizmente a través del puente. En la orilla había una trampa armada y en torno de ella saltaba un ratoncillo. De pronto, se sintió tentado de morder el bocado que veía y quedó preso en la trampa. ¡Oh desventurado —dije yo—, por un bocado gustoso sacrificas la libertad y la vida! Mi ángel me dijo: “¿Y los hombres obran racionalmente, cuando por un corto placer ponen en peligro el alma y la salvación eterna?” Beata Ana Catalina
"Todos tenemos un ángel custodio que Dios nos ha dado para que nos acompañe y nos ayude en el camino de la vida. Pensemos, de vez en cuando, en los ángeles de nuestros familiares que viven con nosotros e invoquémosles para recibir más ayuda. Seamos amigos de los ángeles e invoquémosles, pidiendo su ayuda, y recibiremos muchas bendiciones.
Recordemos que cada país tiene un ángel y lo mismo cada ciudad, cada parroquia y cada diócesis; y, probablemente también, cada familia bien constituida y bendecida por Dios por el sacramento del matrimonio.
En el día dos de octubre, en la fiesta de los ángeles custodios, procuremos hacer algo en su honor. También sería de desear mandar celebrar una misa en honor de nuestro ángel alguna vez, para agradecerle por todo lo que hace por nosotros. Cuando vayamos a la iglesia, recordemos que hay millones de ángeles adorando a Jesús en la Eucaristía. También podríamos alguna vez ofrecer una misa de agradecimiento a todos los ángeles custodios de la familia e, incluso, de todos nuestros antepasados. Ellos son de alguna manera, parte de nuestra familia.
Cuando vayas de viaje, invoca especialmente al ángel del chofer. Si eres maestro invoca el ángel de tus alumnos, si eres médico, invoca al ángel de tus pacientes. Si eres sacerdote, al ángel de tus feligreses y, especialmente, de los que asisten a tu misa.
Cuando alguien te salude, piensa también en su ángel. Cuando debas tratar con alguien un asunto importante, sobre todo si es difícil, invoca al ángel de tu interlocutor. De vez en cuando, puedes enviar a tu ángel para que visite y bendiga de tu parte a tus familiares del purgatorio o que están lejos de ti. Si tienes hijos, puedes encomendar a tu ángel que vaya a hacerles compañía, mientras están en fiestas, viajes o lugares peligrosos, para que los protejan de cualquier accidente, peligro o tentación.
En fin, los ángeles son nuestros amigos inseparables, que Dios nos ha dado para que nos ayuden. Si no los invocamos, por no acordarnos de ellos o no creer en ellos, perdemos muchas bendiciones que Dios quiere darnos por medio de ellos"
Autor: P. Ángel Peña. Libro "Beata Ana Catalina Emmerick y su Ángel Custodio. Págs. 33 y 44
Fuente: Aquí.