sábado, 30 de julio de 2011

Nuestras ideas equivocadas sobre el suicidio.

Algunas veces tenemos que decir cosas, y decirlas de nuevo, y volverlas a decir, hasta que ya no sea necesario repetirlas. Fue Margaret Atwood quien escribió algo así, y la verdad de esta aserción es la razón por la que cada año escribo una columna sobre el suicidio. Todavía tenemos muchas ideas equivocadas sobre el suicidio.
No pretenderé ser original en esta columna, sino simplemente intentaré re-afirmar, lo más claro posible, lo que hay que decir repetidamente, una y otra vez.
¿Cuáles son nuestras ideas falsas sobre el suicidio?
En primer lugar, pensamos que el suicidio es un acto de desesperación. Es todavía demasiado común la creencia de que el suicidio es el acto final de la desesperación-culpable e imperdonable. Es demasiado común creer que, al cometer suicidio, uno se coloca bajo el juicio pronunciado una vez contra Judas Iscariote: “Más le valiera no haber nacido”. Hasta hace poco, con frecuencia no se enterraba en los cementerios de la Iglesia a las víctimas de suicidio.
Lo que más se ajusta a la verdad es que la propensión al suicidio es, en la mayoría de los casos, una enfermedad. Nosotros estamos hechos de cuerpo y alma. Cualquiera de los dos puede fallar. Podemos morir de cáncer, de hipertensión, de fallo cardíaco, de aneurisma. Éstas son enfermedades físicas. Pero también podemos sufrir enfermedades semejantes en el alma. Hay también enfermedades malignas y aneurismas en lo profundo del espíritu, heridas mortales de las que el alma no puede recuperarse. En la mayoría de los casos, el suicidio, como cualquier otra enfermedad terminal, arrastra a una persona fuera de la vida, hacia la muerte, contra su voluntad. En estos casos, la muerte no se elige libremente, sino que es una enfermedad, que está muy lejos de ser un acto libre de la voluntad. En la mayoría de los casos, el suicidio es un intento desesperado de acabar un dolor insoportable, muy parecido al hombre que se arroja por una ventana porque sus vestidos están ardiendo en llamas. Eso es una tragedia, no un acto de desesperación.
Admitiendo la verdad de esto, tenemos que rechazar la idea de que el suicidio le coloca a una persona fuera de la misericordia de Dios. La misericordia de Dios se mantiene igual, incluso para con el suicida. Después de su resurrección, vemos cómo Cristo, más de una vez, pasa a través de puertas cerradas e infunde perdón, amor y paz en corazones que no pueden abrirse a causa del miedo y de las heridas. La misericordia y la paz de Dios pueden penetrar muros que nosotros no podemos. Y, como sabemos, a este lado del cielo, a veces todo el amor, las manos extendidas y la ayuda profesional en este mundo no pueden ya alcanzar a un corazón paralizado por el miedo y la enfermedad.
Pero cuando somos impotentes, Dios no lo es. El amor de Dios puede descender al mismo infierno (como profesamos en nuestro credo) e infundir paz y reconciliación aun dentro de la herida, la ira y el temor. Las manos de Dios son más amables que las nuestras, la compasión de Dios es más amplia que la nuestra, y la comprensión de Dios sobrepasa infinitamente a la nuestra. Nuestros seres queridos, golpeados por la vida, que caen víctimas del suicidio, están seguros en las manos de Dios, muchísimo más seguros que lo están en los juicios emanados de nuestra limitada comprensión humana. Dios no se siente frustrado ni paralizado como nosotros ante puertas trancadas.
En la mayoría de los casos, el suicidio es una enfermedad, y cuando sus víctimas se despiertan en el otro lado, se encuentran con un Cristo amable que aparece de pie frente a ellas acurrucadas por el miedo, y les dice: “¡Paz contigo!” Como vemos en los evangelios, Dios puede traspasar puertas trancadas, infundir paz en lugares en donde no podemos penetrar, y escribir recto incluso con las líneas más torcidas.
Por último, hay también una idea equivocada sobre el suicidio que se expresa en un intento frustrado de adivinanza: “¡Si al menos hubiera hecho yo algo más! ¡Si al menos hubiera estado más atento, esto se podría haber prevenido y evitado!”.
Pero raramente sucede así. La mayoría de las veces, no estábamos allí cuando nuestro ser querido murió, por la simple razón de que esa persona no quería que estuviéramos allí presentes. Él o ella escogió el tiempo y el lugar, precisamente pensando en nuestra ausencia. El suicidio es una enfermedad que escoge a su víctima de esa forma, justamente para excluir la presencia de los otros y su atenta solicitud. Eso es parte de la anatomía de la enfermedad.
Esto, naturalmente, nunca puede ser una excusa para nuestra insensibilidad para con los que, junto a nosotros, están sufriendo de depresión, pero es un sano remedio contra el falso sentimiento de culpabilidad y contra el angustioso intento de adivinanza. Muchos de nosotros hemos estado al pie de la cama de alguien que estaba agonizando y hemos experimentado una frustrante impotencia, porque no podíamos hacer nada para prevenir la muerte de nuestro ser querido. Aquella persona murió a pesar de nuestra presencia y de nuestra solícita atención, de nuestras oraciones y de nuestros esfuerzos por ayudar. Así ocurre también, al menos en general, con los que se suicidan.
Nuestro amor, solicitud, y presencia no son capaces de impedir que mueran, a pesar de nuestra voluntad y esfuerzo en contra.
La respuesta cristiana al suicidio no debiera consistir en horror y miedo por la salvación eterna de la persona y ansioso auto-examen sobre lo que hicimos o dejamos de hacer. Ciertamente, el suicidio es una manera terrible de morir, pero debemos entenderlo tal como él: una enfermedad, y dejar de estar angustiados, tanto por la salvación eterna de la persona como por nuestra respuesta menos-que-perfecta a su enfermedad sicológica.
Dios redime todo, y, al final, todas las maneras de vivir se considerarán buenas, aun más allá del suicidio.
El autor del artículo es el Sac. Ronald Rolheiser Misionero Oblato de María Inmaculada (Trad. Carmelo Astiz, cmf)

miércoles, 27 de julio de 2011

Instrucciones


Un día le pedí a Dios instrucciones para vivir en esta tierra...
Dios acercó su voz a mi oído y me dijo:
Sé como el sol: levántate temprano y no te acuestes tarde.
Sé como la luna, brilla en la oscuridad, pero  sométete a la luz mayor.
Sé como los pájaros, come, canta, bebe y vuela.    
Sé como las flores, enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces.
Sé como el buen perro obediente, pero nada más a su Señor.
Sé como la fruta, bella por fuera, saludable por dentro.
Sé como el día, que llega y se retira sin alardes.
Sé como el oasis, da tu agua al  sediento.
Sé como la luciérnaga, aunque pequeña  emite su propia luz.
Sé como el agua, buena y transparente.
Sé como el río, siempre hacia  adelante.
Y por sobre todas las cosas, sé como el cielo: la morada de Dios.
Enséñame a hacer tu voluntad, porque Tú eres mi Dios,  tu espíritu bueno me  guie a tierra de rectitud.  Salmo 143,10
¡Señor, no permitas que me quede donde estoy, ayúdame a llegar a donde tú esperas que llegue, a que aprenda a hacer tu voluntad!

martes, 26 de julio de 2011

Que visión de la vida


No estás deprimido, estás distraído… Distraído de la vida que te puebla, distraído de la vida que te rodea, delfines, bosques, mares, montañas, ríos.
No caigas en lo que cayó tu hermano, que sufre por un ser humano, cuando en el mundo hay cinco mil seiscientos millones. Además, no es tan malo vivir solo.
Yo lo paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer y gracias a la soledad me conozco...... algo fundamental para vivir.
No caigas en lo que cayó tu padre, que se siente viejo porque tiene setenta años, olvidando que Moisés dirigía el Éxodo a los ochenta y Rubinstein interpretaba como nadie a Chopin a los noventa, sólo por citar dos casos conocidos.
No estás deprimido, estás distraído. Por eso crees que perdiste algo,  lo que es imposible, porque todo te fue dado. No hiciste ni un sólo pelo de tu cabeza, por lo tanto no puedes ser dueño de nada.
Además, la vida no te quita cosas: te libera de cosas... te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud.
De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones.
No perdiste a nadie: El que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.
No hay muerte... hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Miguel Ángel,
Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuelo y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja, porque nos hace desconfiados.
Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser, será y, llegará naturalmente.
No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo,  porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban tres o cuatro meses de vida.
Dios te puso un ser humano a cargo y eres tú mismo. A ti debes hacerte  libre y feliz.
Después podrás compartir la vida verdadera con los  demás.
Recuerda: "Amarás al prójimo como a ti mismo". Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás  viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz, porque la  felicidad es una adquisición.
Además, la felicidad no es un derecho,  sino un deber; porque si no eres feliz, estás amargando a todo el  barrio.
Un solo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir,  mandó a matar a seis millones de hermanos judíos.
 Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Perusa, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileños, Las Mil y Una Noches, la Divina Comedia, el Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman; la música de Mahler, Mozart, Chopin, Beethoven; las  pinturas de Caravaggio, Rembrandt, Velázquez, Picasso y Tamayo, entre tantas maravillas.
Y si tienes cáncer o sida, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas:  si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto (tengo hambre,  tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas)... y si le ganas, serás más humilde, más agradecido... por lo tanto, fácilmente  feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la  vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente, como debe ser.
No estás deprimido, estás desocupado. Ayuda al niño que te necesita, ese  niño que será socio de tu hijo. Ayuda a los viejos y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas.
Además, el servicio es una felicidad segura,  como gozar de la naturaleza y cuidarla para el que vendrá.
Da sin medida y te darán sin medida. Ama hasta convertirte en lo amado; más aún, hasta convertirte en el  mismísimo Amor.
Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas.
El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso.  Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida. Vale la pena, ¿verdad?.
Si Dios tuviera un refrigerador, tendría tu foto pegada en él. Si Él  tuviera una cartera, tu foto estaría dentro de ella. El te manda flores  cada primavera. Él te manda un amanecer cada mañana. Cada vez que tú  quieres hablar, Él te escucha, El puede vivir en cualquier parte del  universo, pero Él escogió tu corazón. Enfréntalo, amigo, ¡Él está loco por ti!
Autor: Facundo Cabral RIP.
Poema completo en la voz de Facundo Cabral

lunes, 25 de julio de 2011

Muerte


La gente se extraña cuando les digo que vivo para morir, que la muerte es la gran meta y el sentido de mi vida. La muerte es la gracia de las gracias y el coronamiento de nuestra vida cristiana. No es un fin, como muchos desgraciadamente aún lo piensan, sino el comienzo de un hermoso nacimiento. No marca la hora de la extinción de una criatura humana sino de su verdadero desarrollo, su plena realización en el amor… Para mí Cristo Jesús es mi vida. Por lo tanto, morir será una ventaja, ya que el gran efecto de la muerte será correr el velo de la sombra que me esconde las maravillas de Dios. Todo pasa. Sólo Dios y el alma son inmortales. Pensemos seriamente en eso. Pongamos en nuestra vida el pensamiento, la preocupación y la inquietud por las cosas eternas.
Cuando pienso en la muerte próxima, me digo: “Tanto mejor, pronto iré a ver al buen Dios”… Que mi alma viva sólo para Dios. Ahí está la salvación.  Diario, 31 de diciembre de 1929.
Fuente: Libro “MARTA ROBIN UN MILAGRO VIVIENTE” P. Ángel Peña. OAR

miércoles, 13 de julio de 2011

Canto para Ti



QUISE  VOLAR UN DÍA Y ME ALEJE DE TI,
LE DI LA ESPALDA A TU AMOR.
SE ME OLVIDÓ QUE UN DÍA, TODO LO DISTE POR MÍ
QUE DE DOLOR, SANGRABA TU CORAZÓN.

Y  CAMBIE MI RUMBO, VIVÍ COMO LO PIDE EL MUNDO
HASTA ENTENDER QUE SIN TI
CAÍA EN EL ABISMO, ME PERDÍA EN LA OSCURIDAD
ENTONCES QUISE VOLAR...
ESTA VEZ HACIA TI.

ME CONCEDISTE TU PERDÓN
RECIBISTE MI CORAZÓN
Y VINISTE A MI ENCUENTRO
CON TUS BRAZOS A ABIERTOS  TE LLEVASTE TODO MI DOLOR
Y LLENASTE MI VIDA DE AMOR.
Y HOY, SEÑOR
CANTO PARA TI!

TE LASTIMÉ Y SÉ
QUE SIEMPRE ME ARREPENTIRÉ,
MAS ESE FUE EL CAMINO
QUE ME ENSEÑÓ A QUERERTE, CON TODO  MI SER.

QUIERO BESAR TUS PIES,  Y CON MIS LÁGRIMAS LAVAR LAS HERIDAS QUE CAUSÉ.
QUIERO ABRAZAR TU ALMA, Y HABITAR EN TU HOGAR POR LA ETERNIDAD.
"Canto para ti" Celinés Díaz






VÍDEOS DE LOS CONCIERTOS DE ADORACIÓN
 DE CIELO ABIERTO






domingo, 10 de julio de 2011

Tus incendios



¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra!
Penetra como fuego
y divide la entraña
¡Nada como tu voz,
es terrible tu espada!
¡Nada como tu aliento,
es dulce tu palabra!

Tenemos que vivir
encendida la lámpara,
que para virgen necia
no es posible la entrada.
No basta con gritar
sólo palabras vanas,
no tocar a la puerta
cuando ya está cerrada.

Espada de dos filos
que me cercena el alma,
que hiere a sangre y fuego
esta carne mimada,
que mata los ardores
para encender la gracia.

Vivir de tus incendios,
luchar por tus batallas,
dejar por los caminos
rumor de tus sandalias.
¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra! Amén.

FUENTE: LITURGIA DE LAS HORAS


jueves, 7 de julio de 2011

Tres cosas.


"Hay tres cosas que manifiestan y distinguen la vida del cristiano: la acción, la manera de hablar y el pensamiento. De ellas, ocupa el primer lugar el pensamiento; viene en segundo lugar la manera de hablar, que descubre y expresa con palabras el interior de nuestro pensamiento; en este orden de cosas, al pensamiento y a la manera de hablar sigue la acción, con la cual se pone por obra lo que antes se ha pensado. Siempre, pues, que nos sintamos impulsados a obrar, a pensar o a hablar, debemos procurar que todas nuestras palabras, obras y pensamientos tiendan a conformarse con la norma divina del conocimiento de Cristo, de manera que no pensemos, digamos ni hagamos cosa alguna que se aparte de esta regla suprema.

Todo aquel que tiene el honor de llevar el nombre de Cristo debe necesariamente examinar con diligencia sus pensamientos, palabras y obras, y ver si tienden hacia Cristo o se apartan de él. Este discernimiento puede hacerse de muchas maneras. Por ejemplo, toda obra, pensamiento o palabra que vayan mezclados con alguna perturbación no están, de ningún modo, de acuerdo con Cristo, sino que llevan la impronta del adversario, el cual se esfuerza en mezclar con las perlas el cieno de la perturbación, con el fin de afear y destruir el brillo de la piedra preciosa.

Por el contrario, todo aquello que está limpio y libre de toda turbia afección tiene por objeto al autor y príncipe de la tranquilidad, que es Cristo; él es la fuente pura e incorrupta, de manera que el que bebe y recibe de él sus impulsos y afectos internos ofrece una semejanza con su principio y origen, como la que tiene el agua nítida del ánfora con la fuente de la que procede.

En efecto, es la misma y única nitidez la que hay en Cristo y en nuestras almas. Pero con la diferencia de que Cristo es la fuente de donde nace esta nitidez, y nosotros la tenemos derivada de esta fuente. Es Cristo quien nos comunica el adorable conocimiento de sí mismo, para que el hombre, tanto en lo interno como en lo externo, se ajuste y adapte, por la moderación y rectitud de su vida, a este conocimiento que proviene del Señor, dejándose guiar y mover por él. En esto consiste (a mi parecer) la perfección de la vida cristiana: en que, hechos partícipes del nombre de Cristo por nuestro apelativo de cristianos, pongamos de manifiesto, con nuestros sentimientos, con la oración y con nuestro género de vida, la virtualidad de este nombre".

Del Tratado de san Gregorio de Nisa, obispo, Sobre el perfecto modelo del cristiano.

Fuente: Oficio de lectura martes XII del tiempo ordinario.

martes, 5 de julio de 2011

Un amor apasionado...


Quiero hablar de un Amor Infinito
que se vuelve niño frágil,
amor de hombre humillado.
Quiero hablar de un amor apasionado.

Con dolor carga nuestros pecados
siendo Rey se vuelve esclavo,
fuego de amor poderoso.
Salvador, humilde, fiel, silencioso.

Amor que abre sus brazos de acogida,
quiero hablar del Camino hacia la Vida,
corazón paciente, amor ardiente.
quiero hablar de aquel que vence a la muerte.

Quiero hablar de un amor generoso,
que hace y calla, amor a todos
buscándonos todo el tiempo,
Esperando la respuesta, el encuentro.

Quiero hablar de un amor diferente,
misterioso, inclaudicable,
amor que vence en la Cruz.
Quiero hablar del Corazón de Jesús.

Estos versos en realidad, son la letra de la canción "Al Corazón de Jesús" del Sacerdote Jesuita Cristobal Fones.
Me ha impresionado mucho la letra y por eso la subí al blog, invito a que escuchen la melodía en el siguiente vídeo.



sábado, 2 de julio de 2011

Pan de tu Hijo


RECIBES EL PAN DE TU HIJO
Emma-Margarita R. A.-Valdés

El maternal abrazo,
el cálido torrente de alegría,
la brillantez del rayo,
es en tu pecho el Pan de Eucaristía.

Un sabor agridulce
forma el umbral sonoro del tormento.
Un dolor te consume
y un gozo florecido te da aliento.

En tu vaso de amor
hay zumo de cipreses y azucenas,
macerado con Sol
y el peso de grilletes y cadenas.

Latidos incesantes
resuenan en la cumbre de la Alianza,
el río de tu sangre
circula por arterias de esperanza.

Las esclusas del tiempo
se abrirán en el lecho de tu herida,
terminará tu invierno
en una primavera verdecida.

El cuerpo de tu hijo
preña con su presencia tus entrañas,
y alumbras tu cariño
sobre piélagos, valles y montañas.

Es su Voz en tu centro
éxtasis, armonía, plenitud;
añoranza del cielo
gravita en tu corpórea esclavitud.

Se encierra el firmamento
en la sustancia efímera del pan,
con su fugaz destello
se acrecienta el ardor de tu volcán.

Ya viene la alborada
persiguiendo su estela en la espesura,
y doran las mañanas
la fruta que en tu rama está madura.

Cuando en sus brazos duermas,
el Niño que en tus brazos se dormía
te invitará a su Cena,
a la mesa de eterna Eucaristía.

Fuente:
Libro: "Antes que la luz de la alborada, Tú, María"
R. A.-Valdés Emma-Margarita
Cap. X
Ed. Universo literario.

Madre Santa encomiendo a todos los que pasen por aquí a tu maternal amparo.

viernes, 1 de julio de 2011

La Fuente Viva


SOLEMNIDAD SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
HIMNO

Por la lanza en su costado
brotó el río de pureza,
para lavar la bajeza
a que nos bajó el pecado.

Cristo, herida y manantial,
tu muerte nos da la vida,
que es gracia de sangre nacida
en tu fuente bautismal.

Sangre y agua del abismo
de un corazón en tormento:
un Jordán de sacramento
nos baña con el bautismo.

Y mientras dura la cruz
y en ella el Crucificado,
bajará de su costado
un río de gracia y de luz.

El Padre nos da la vida,
el Espíritu el amor,
y Jesucristo, el Señor,
nos da la gracia perdida. Amén.


De las Obras de san Buenaventura, obispo
Y tú, hombre redimido, considera quién, cuál y cuán grande es éste que está pendiente de la cruz por ti. Su muerte resucita a los muertos, su tránsito lo lloran los cielos y la tierra, y las mismas piedras, como movidas de compasión natural, se quebrantan. ¡Oh corazón humano, más duro eres que ellas, si con el recuerdo de tal víctima ni el temor te espanta, ni la compasión te mueve, ni la compunción te aflige, ni la piedad te ablanda!

Para que del costado de Cristo dormido en la cruz se formase la Iglesia y se cumpliese la Escritura que dice: Mirarán a quien traspasaron, uno de los soldados lo hirió con una lanza y le abrió el costado. Y fue permisión de la divina providencia, a fin de que, brotando de la herida sangre y agua, se derramase el precio de nuestra salud, el cual, manando de la fuente arcana del corazón, diese a los sacramentos de la Iglesia la virtud de conferir la vida de la gracia, y fuese para los que viven en Cristo como una copa llenada en la fuente viva, que brota para comunicar vida eterna.

Levántate, pues, alma amiga de Cristo, y sé la paloma que labra su nido en los agujeros de la peña; sé el pájaro que encuentra su casa y no deja de guardarla; sé la tórtola que esconde los polluelos de su casto amor en aquella abertura sacratísima. Aplica a ella tus labios para que bebas el agua de las fuentes del Salvador. Porque ésta es la fuente que mana en medio del paraíso y, dividida en cuatro ríos que se derraman en los corazones amantes, riega y fecunda toda la tierra.

Corre con vivo deseo a esta fuente de vida y de luz quienquiera que seas, ¡oh alma amante de Dios!, y con toda la fuerza del corazón exclama:

«¡Oh hermosura inefable del Dios altísimo, resplandor purísimo de la eterna luz! ¡Vida que vivificas toda vida, luz que iluminas toda luz y conservas en perpetuo resplandor millares de luces, que desde la primera aurora fulguran ante el trono de tu divinidad!
¡Oh eterno e inaccesible, claro y dulce manantial de la fuente oculta a los ojos mortales, cuya profundidad es sin fondo, cuya altura es sin término, su anchura ilimitada y su pureza imperturbable!




De ti procede el río que alegra a la ciudad de Dios.
Recrea con el agua de este deseable torrente los resecos labios de los sedientos de amor, para que con voz de regocijo y gratitud te cantemos himnos de alabanza, probando por experiencia que en ti está la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz.»

FUENTE: OFICIO DE LECTURA
SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

 
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