miércoles, 5 de mayo de 2010

5 de Mayo

LA INMACULADA CONCEPCIÓN.
“¿Cómo nos habríamos comportado, si hubiésemos podido escoger la madre nuestra? Pienso que habriamos elegido a la que tenemos, llenándola de todas las gracias. Eso hizo Cristo: siendo Omnipotente, Sapientísimo y el mismo Amor, su poder realizó todo su querer… Es la explicación más clara de por qué el Señor concedió a su Madre, desde el primer instante de su Inmaculada Concepción, todos los privilegios. Estuvo libre del poder de Satanás; es hermosa—tota pulchra!—, limpia, pura en alma y cuerpo”.
Ofrezcamos hoy a nuestra madre, la Virgen María:
Renovar las promesas del bautismo, renunciando a Satanás, al mundo, y a sus vanidades.
Ofrecimiento de una flor a la Virgen María.
Azucena. (Pureza)
Yo soy la flor de los campos y el lirio de los valles.
Soy la azucena que crece entre las espinas.
Es muy lógico que si el Divino Rey eso es, la esposa (el alma) de ese Rey, se parezca y sea una de esas azucenas que florece en paradisíacos valles.
¡Azucena, azucena, me hablas de la gran pureza que debo tener para estar con ese puro y gran Rey!

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